sábado, 27 de noviembre de 2010

Una cruz para la democracia

El Valle de los Caídos, símbolo del franquismo, sigue siendo el lugar emblemático del fascismo español.

27/11/2010 JOSÉ RAMÓN Villanueva

Cada año, en torno al 20 de noviembre, se suceden las mismas escenas de los nostálgicos del franquismo queriendo honrar a Franco en el Valle de los Caídos, imágenes que, como viejos espectros del pasado, agitan nuestra memoria reciente cual si se tratara de una pesada cruz que todavía arrastra nuestra democracia 35 años después de la muerte del dictador.

El Valle de los Caídos, imponente y faraónica memorial, símbolo por excelencia del franquismo, sigue siendo sin duda el lugar más emblemático para el fascismo español. Así, en la página web de la Fundación Francisco Franco hallamos un amplio dossier bajo el engañoso título de Lugar de reconciliación y de paz en el que podemos leer todo un cúmulo de despropósitos escritos en el más rancio lenguaje de otras épocas, llegándose incluso al cinismo de denunciar la que califica de "campaña contra el Valle de los Caídos con la pretensión de convertirlo en un monumento laico, desatada desde sectores comunistas y que propugnan la ruptura de la unidad de España, con datos inexactos, cuando no tergiversados". Resulta igualmente indignante el que la Fundación franquista, ignorando deliberadamente la realidad histórica, sigue negando que dicha obra fue realizada por presos políticos republicanos, que muchos de ellos murieron durante los 20 años que duró su construcción.

Los franquistas de ayer y de hoy siempre han querido presentarnos el Valle de los Caídos como "un monumento representativo de la reconciliación nacional" por el hecho de que en el mismo hay enterrados casi 40.000 españoles que lucharon en ambos bandos durante la guerra civil. Esa misma idea, ya la recogió el corresponsal en Madrid del New York Times el día de su inauguración, el 1 de abril de 1959, el Día de la Victoria en el calendario del régimen y cuando se cumplían los 20 años del final de la contienda: en pleno idilio anticomunista entre el régimen y los EEUU, en dicha crónica, se podía leer que, con este monumento, "Franco ofreció el ramo de olivo de la paz a los millones de españoles que entre 1936 y 1939 lucharon al lado del Gobierno republicano vencido". Y sin embargo, nada más lejos de la realidad: ni el franquismo se reconcilió con los vencidos pues todavía quedaban 16 duros años de dictadura, ni este memorial, por su origen, su significado, su construcción (realizada, para mayor ignominia con el trabajo y sufrimiento de miles de presos políticos republicanos entre 1940 y 1959) ni por su objeto último (ser lugar de enterramiento del dictador y de José Antonio Primo de Rivera), tenía nada que ver con una ansiada y necesaria reconciliación entre las dos Españas desgarradas por el enfrentamiento fratricida y por las consecuencias del mismo.

Ante esta situación, en estos últimos años, diversas asociaciones memorialistas han querido poner las cosas en su sitio. Ahí están las iniciativas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), los Foros por la Memoria, o la Asociación de Familiares y Amigos de Represaliados por el Franquismo (AFARIIREP) tendentes a adecuar y redefinir el sentido que debe tener el Valle de los Caídos en nuestra sociedad democrática. Algo se ha avanzado con la Ley 52/2007 de la Memoria Histórica, que en su artículo 16.2 prohíbe la celebración en el mismo de "actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas o del franquismo", pero no es suficiente. Tal y como proponen estas asociaciones, resulta evidente que, dado que el Valle de los Caídos es propiedad de Patrimonio Nacional, debe ser un lugar aconfesional y, por ello, sería necesario desacralizar su basílica y trasladar a la comunidad monástica que lo habita. De igual modo, los restos de Franco y José Antonio se deben de entregar a sus familias, así como también identificar a varios miles de combatientes allí sepultados y exhumar los restos de todos aquellos que, como fue el caso de los republicanos, fueron llevados a este lugar sin el consentimiento de sus familias, un inaudito robo de cuerpos para intentar simbolizar una reconciliación que nunca existió durante el franquismo, esto último aprobado por el Congreso de los Diputados el pasado mes de octubre. Otra de las demandas memorialistas pide que se investigue a las empresas que se lucraron durante su construcción con mano de obra esclava republicana indemnizando a sus supervivientes o a sus familias, tema éste inédito en España, a diferencia de lo ocurrido en otros países como Alemania tras la derrota del nazismo. Y la exigencia fundamental: que el Valle de los Caídos se convierta en lo que moralmente debe ser: un Memorial que honre a las víctimas del franquismo y recuerde lo que la dictadura supuso en nuestra historia reciente.

Miembro de la Asociación Aladrén

jueves, 25 de noviembre de 2010

ACTO CON HUGO GUTIERREZ abogado de DD.HH y diputado chileno

Sábado, 27 de noviembre · 18:00 - 21:00
EN EL CAUM. PLAZA TIRSO DE MOLINA 8, 2º PLANTA

El prestigioso abogado Hugo Gutiérrez, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Chile, estará en este acto con los chilenos/as residente en Madrid.


Hugo Gutiérrez, diputado por el Partido Comunista, fue uno de los abogados de derechos humanos que logró en enero de 2001 que el general Augusto Pinochet fuera procesado por primera vez en Chile por su responsabilidad en los crímenes de la "caravana de la muerte", un operativo militar en el que 76 personas fueron asesinadas en octubre de 1973.


Ha sido y es el abogado de decenas de familiares de víctimas de la dictadura y ha contribuido de manera decisiva, junto con las organizaciones de derechos humanos y otros abogados, al debilitamiento de la impunidad y el avance de la memoria histórica en Chile. Además, apoya al activamente al pueblo mapuche en sus reivindicaciones históricas sobre sus territorios originarios, su cultura y su autonomía.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Jorge Semprún: "La amnesia de la transición no puede ser eterna"

Del campo de Buchenwald al desencanto del PCE, el escritor e intelectual repasa los hechos claves de su vida recogidos en el libro ‘Lealtad y traición'

 En el infierno también hay bibliotecas. Jorge Semprún leyó ¡Absalón, Absalón! en el campo de concentración de Buchenwald. Faulkner se le agarró a la piel, "cada línea era un triunfo". Los libros los sacaba en préstamo de la biblioteca de prisioneros, que tenía cerca de 14.000 ejemplares en 1945, aportados por los prisioneros y sus familiares. Había cinco docenas de Mein Kampf, pero nadie los leía. En la primera página de cada libro aparecía el sello "K. L. Buchenwald", seguido de las normas y una advertencia que devolvía aquel paraíso a las cavernas del horror: "¡Si pierdes un libro, estás obligado a reponerlo! ¡Si no obedeces la orden, serás castigado!".

Jorge Semprún (Madrid, 1923) recuerda a Franziska Augstein, autora de la biografía que recorre su intensa vida en Lealtad y traición, publicada por Tusquets, que leía en el turno de noche de la Estadística Laboral del campo. A esas horas no había trabajo. El resto del día, la tarea del joven veinteañero Semprún consistía en borrar los nombres de los asesinados en las fichas para que los números de los prisioneros pudiesen ser asignados a nuevos nombres. Jorge había evitado trabajar al aire libre gracias a sus contactos en el PCE.
Como repetirá varias veces a lo largo de esta entrevista en su apartamento parisino: "Soy un hombre con suerte". Cualquiera podría pensar lo contrario, pero se agarra a hechos para verle la cara buena a su vivencia: al llegar a Buchenwald el 29 de enero de 1944 fue inscrito como "estucador", no como "estudiante". Una palabra que le salvó la vida, una palabra que le convirtió en miembro útil para la comunidad del campo.
"Cada año me llega una traducción al alemán de la misma edición de ¡Absalón, Absalón! que yo leí en aquel campo, que era de reeducación, no de exterminio. Buchenwald fue construido para presos políticos, no había cámaras de gas. Eran los propios presos los que organizaban la vida del campo. Los libros enviados por las familias debían ser en alemán, era la única restricción. Ahora bien, esa biblioteca estaba reservada a unos pocos privilegiados. La mayoría de las personas del campo no sabía ni quiera que allí, entre el barracón cinco y el secretariado, había una biblioteca. Y si alguien lo sabía, debía tener tiempo para leer. En ese sentido, mi trabajo era privilegiado, porque por las noches podía leer", cuenta.

Pero usted nunca leyó el Mein Kampf' allí.
Nadie leía el Mein Kampf. Pero era el mejor lugar para esconder las cosas. Hasta el punto de que el gran dibujante italoesloveno Zoran Music, en el campo de Dachau, escondía detrás de esos ejemplares sus dibujos, retratos de la muerte, testimonios fotográficos. Yo leía, y ¡Absalón, Absalón! me impactó muchísimo. Por haberla leído allí y porque es una novela grandísima.
¿Eran esas lecturas un medio de supervivencia?
No digo que sin lecturas no habría sobrevivido, pero desde luego ayudaron a sobrevivir.
Otra terapia que usted ha recomendado para gestionar la memoria y los recuerdos es la amnesia, ¿cómo debe hacerlo España con la Guerra Civil?
Siempre he dicho que una dosis de amnesia deliberada era necesaria durante la Transición, pero también he pensado que eso tiene un precio. Por eso la amnesia no puede ser eterna. En 1973 hice un documental, Las dos memorias, una encuesta sobre las memorias republicana y franquista. La desmemoria era una medida urgente pero provisional.

¿A qué debemos estar dispuestos para poder recuperar la memoria de la Guerra?
Es que España es un país muy extraño: el régimen de monarquía parlamentaria está construido sobre los valores que defendió la Segunda República, y la memoria está construida en torno a los valores de los vencedores. Debemos aspirar a un reequilibrio. Y está claro que el argumento de la derecha para no hacerlo es revivir las heridas del pasado y tal y cual... Pero hoy la democracia está lo suficientemente consolidada como para permitirse el lujo de tener las dos memorias. No es fácil. Recuerdo que a Hemingway le enfurecía que llamáramos a la Guerra Civil "nuestra guerra". Él, que hablaba un perfecto castellano con un acento muy americano, decía que lo único que unía a los españoles era "nuestra guerra".

¿Hemos esperado demasiado a recuperarla, cuando apenas quedan testigos?
Creo que la recuperación empezó con las grandes novelas, que son la de Hemingway y la de Malraux. La esperanza, de Malraux, es muy discutible literariamente, porque es muy deslavazada y antigua, pero como testigo es apasionante porque tiene la osadía intelectual de respetar la disciplina comunista y la obediencia comunista. Malraux tuvo que vérselas con la lucha real, no sólo con la ideológica. Además, es el autor de uno de los mejores ensayos sobre Goya, y sobre el Saturno devorando a su hijo: acaba diciendo que con las pinturas negras empieza la pintura moderna.

La autora del libro menciona que le dolió más la expulsión del PCE que la estancia en el campo de concentración. ¿Se considera una persona marcada por la política, señalado y retirado por sus ideas?
Lo mantengo, pero me gustaría matizarlo un poco. El campo es hambre, agotamiento y frío, muchísimo frío. Eligieron con un sadismo propio del nazismo una ladera este para levantar Buchenwald, donde paraba el viento de Siberia. Físicamente el dolor del campo era infinitamente superior. De hecho, todavía arrastro la manía de evitar el frío de los pies y la humedad. Pero moralmente sabíamos por qué estábamos allí: éramos rebeldes, éramos enemigos y merecíamos estar allí. Lo que no es lógico es que te expulsen de un partido que has ayudado a construir porque tengas ideas distintas; una expulsión sin debate, como si fueras agente de la CIA.
Usted se ha movido de un lado a otro, de la literatura a la realidad.
El paso de un lado a otro me ha ayudado mucho. Dejar que la política me absorbiera fue la mejor terapia. Pero cuando ese proyecto político dejó de ser válido, rompo porque creo que no conseguiremos nunca una victoria real en la que participe el pueblo. Durante años he tenido sueños, que en realidad eran como pesadillas, en los que conseguía la mayoría necesaria para transformar la política del PCE, que años más tarde se utilizó con el nombre de Eurocomunismo. Podría haberse hecho antes, pero antes habría sido una política inventada por Claudín y apoyada por Sánchez y no la política de Carrillo. En la última entrevista que tuve con Carrillo, ya fuera de partido, le dije eso: un día te encontrarás con que esas ideas que ahora criticas las defenderás y estarás solo. Y él contestó con mucha razón, pero con mucha arrogancia, porque es un hombre muy seguro de sí mismo y engreído: "Sí, pero serán mis ideas".

¿Cuál es el lugar para un no comunista como usted, dónde se queda?
El lugar hay que inventárselo cada día. Hay que partir del hecho de que el fracaso de la revolución comunista no significa que la sociedad actual sea una sociedad justa. Significa que por esos métodos no podremos y que hay que inventar otros. La economía de mercado provoca cada día injusticias y focos de desigualdad. El hecho del fracaso ideológico y moral del leninismo no te autoriza a cualquier cosa. Hay que reconocer que el mercado es fuerte, pero no se puede capitular ante la realidad capitalista. Lo importante es reconocer que existe y elaborar una estrategia que no tiene nada que ver con el leninismo. Tengo como definición de la dialéctica una frase mejor que la de Mao. Es de ScottFitzgerald: "Deberíamos saber que las cosas que no tienen remedio deberíamos estar decididos a cambiarlas". Una frase justa, pero imposible de utilizar como eslogan. Es perfecta como moral. Al final de una de mis películas, el protagonista decía: "He perdido mis certidumbres, he conservado mis ilusiones". Sólo con ilusiones no movilizas a nadie, debes apuntar cuáles son los objetivos de la lucha, pero la ilusión de que se puede conseguir mayor igualdad en este mundo no podemos perderla.

¿El capitalismo se ha quedado con todo, basta con la ilusión o la moral?
No se puede moralizar el capitalismo. El capitalismo no se ha inventado para eso. Se puede regular, limitar. Pero no se puede moralizar: el beneficio máximo, por definición, es inmoral y no puede ser otra cosa. Los partidos dicen que las cosas no se pueden cambiar, pero que hay que luchar por ello... Pues llámenme cuando tengan alguna propuesta más concreta.

¿Es la poesía el lenguaje de la ilusión?
Podría ser, pero volvemos a lo mismo: con poesía no se desencadena un movimiento social. El papel de la poesía a lo largo de mi vida es fundamental porque está presente desde la infancia. Estaba acostumbrado a oír recitar en mi casa a Lorca después de una cena. Y a Alberti. Además, mi carrera política se debe en parte a la poesía, porque conocí a Carrillo cuando en 1952 me piden que me ocupe de un poeta español que prepara en Francia un libro explosivo de ruptura con el régimen: Blas de Otero. Blas de Otero me llevó a tratarme con intimidad con Carrillo.
¿Se considera un hombre afortunado?
Para mí, la vida ha sido muy fácil. Si comparo mi salida con la de Fernando Claudín, es jauja. Él lo perdió todo, se quedó en la calle con mujer y dos hijas. Sin nada. Me considero un hombre con muchísima suerte. Yo lo que mejor he hecho en la vida ha sido el trabajo de clandestinidad: nadie ha sido detenido por mi culpa o por haber organizado mal un trabajo en diez años. Del partido, yo le puedo contar a Carrillo lo que quiera.

Hay un apartado que no se trata en el libro: ¿Cómo recuerda su paso por el Ministerio de Cultura?
Fue un momento muy interesante, porque tuve que encargarme de toda la descentralización heredada del franquismo hasta grados inconcebibles. Cuando llegué al ministerio, el Museo del Prado no podía comprar una goma y un lapicero sin permiso del ministerio. Hacerlo un ente autónomo lo conseguí yo. En ese sentido, recuerdo la última provocación de Dalí. Cuando murió, dejó toda su obra que no estaba en museos ni vendida al Estado español. Dalí fue el único español que públicamente felicitó a Franco por las últimas ejecuciones del 75. Yo entonces tenía una buena relación con Pujol, porque era un hombre de derechas antifranquista. Había una manera de entendimiento con él. Al salir de la iglesia, el día de su funeral, le dije: "President, no voy a cumplir con el testamento de Dalí". Y el me miró con aquel aire de campesino suspicaz. "Nombraremos un comité de expertos que dictaminará qué obras de Dalí se quedan en Catalunya y cuáles van al Reina Sofía, que no hay ni uno allí". Y así se hizo: se repartió. Había un cuadro que quería quedarme para el Reina Sofía, El gran masturbador, pero él no sabía de qué le hablaba. La cosa se hizo bien, y al día siguiente, sonó el teléfono temprano en el ministerio. La secretaria, alertada, me dijo: ¡El vicepresidente al habla! Cogí el aparato, y me dijo: "Así que nos bajamos los pantalones ante los catalanes". Descentralizar la burocracia española fue complicadísimo. El Ministerio de Cultura lo inventó la democracia imitando a Francia, pero allí era importante y tenía presupuesto, en España no. Y cuidado, que he obtenido cosas que no estaban previstas de Felipe y Solchaga. Pero era un ministerio de segunda mano y de tercer orden.

La luz se apaga en la buhardilla. La fría tarde le ha privado de "la luz de los pintores", como dice Jorge Semprún. En la despedida, recuerda que oyó decir a Picasso que quería que el Guernica estuviera en El Prado. Y él remata que justo después de las pinturas negras de Goya.

La ficha

Nacido en Madrid el año del golpe de Estado de Primo de Rivera, la vida y la obra de Jorge Semprún han estado marcadas desde entonces por la experiencia del totalitarismo. Pasó la guerra civil en Bruselas, donde su padre era embajador, pero al llegar al París de la posguerra (española) y la ocupación (nazi), se enroló en la resistencia. Detenido, acabó internado en un campo de concentración nazi, Buchenwald, y sobrevivió. Durante los años cincuenta y principios de los sesenta fue, sobre todo, Federico Sánchez, su nombre en la clandestinidad de dirigente del PCE. Entre 1988 y 1991, fue ministro de Cultura del PSOE.

El autor de ‘El largo viaje' tardó casi 20 años en excavar en sus recuerdos. España lleva más de 30 sin hacerlo en los suyos.


Serenar la memoria
Al poco de ser liberado del campo de concentración nazi de Buchenwald trató de escribir sus vivencias y entendió que eso podría ser contraproducente para su salud mental. Necesitaba poder contar la memoria sin angustias. La segunda parte de la terapia de Jorge Semprún arrancó con la redacción de ‘El largo viaje', casi 20 años después de ser liberado del campo. Cuando empezó ‘El largo viaje' todavía era miembro del buró político del Partido Comunista Español y clandestino en Madrid, así que no pensó publicarlo nunca. Era una nueva forma de liberación. Del olvido a la memoria.

Libertad en el infierno
Semprún mantiene que el deportado político sabía por qué era deportado. Para el escritor, el deportado político elige ser deportado, porque podría haberse quedado en casa sin plantear resistencia alguna al régimen nazi y "esperar a que pasara la tormenta". Explica que la persecución era contra los resistentes, que él estuvo allí libremente. Ahí la paradoja: "Estoy preso porque soy libre".

Político a la fuerza
No poder narrar la experiencia de su deportación le cortaba la posibilidad de ser escritor, porque no podía escribir de otra cosa y prefería no hacerlo por salud. Así que encontró en la política la causa del porvenir. "En política todo está en el mañana, aunque indefinido", dice. Fue su motor vital hasta que, decepcionado, la abandona. En ese momento, regresa a la carne literaria.

Salir de la desmemoria
Para Semprún hay casos en los que el silencio también es positivo, señalando su propia experiencia. "Primero, apaciguar la memoria para cerrar una reconciliación nacional", cuenta. Y confirma el espíritu de la Transición española que él mismo protagonizó. "En España hubo un proceso de transición basado en la amnistía y la amnesia y fue positivo", explica. Sin embargo, el autor insiste desde hace tiempo en que ya es hora de salir de la desmemoria en España.


Público

viernes, 19 de noviembre de 2010

TRIBUNA: JULIÁN CASANOVA Treinta y cinco años sin Franco

JULIÁN CASANOVA 19/11/2010

A las diez de la mañana del 20 de noviembre de 1975, unas horas después de que se anunciara oficialmente su muerte, Carlos Arias Navarro leyó en público el testamento político de Francisco Franco, un "hijo fiel de la Iglesia" que solo había tenido por enemigos a "aquellos que lo fueron de España".


El franquismo está aún en nuestras vidas. Véanse el peso de la Iglesia, las fosas y la débil sociedad civil
El domingo 23, en el funeral de Estado, Marcelo González Martín, cardenal primado de España y arzobispo de Toledo, recordó el deber de conservar "la civilización cristiana, a la que quiso servir Franco, y sin la cual la libertad es una quimera". Esa misma tarde, una losa de granito de 1.500 kilos cubrió la fosa abierta para el caudillo en la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, junto a la tumba de José Antonio Primo de Rivera. Bendecido por la Iglesia católica, sacralizado, rodeado de una aureola heroico-mesiánica que le equiparaba a los santos más grandes de la historia. Así murió Franco.

Su legado y el de la larga dictadura que presidió no es fácil resumirlo y es objeto de debate entre historiadores y de encontradas opiniones entre la ciudadanía.

Franco buscó y consiguió la aniquilación de sus enemigos que, si eran solo los de España, fueron en verdad muchos. Gobernó con el terror y la represión, pero también tuvo un importante apoyo social, muy activo por parte de las numerosas personas que se beneficiaron de su victoria en la Guerra Civil y más pasivo de quienes cayeron en la apatía por el miedo o de quienes le agradecieron la mejora del nivel de vida durante sus últimos 15 años en el poder.

Cuando murió, su dictadura se desmoronaba. La desbandada de los llamados reformistas o "aperturistas" en busca de una nueva identidad política era ya general. Muchos franquistas de siempre, poderosos o no, se convirtieron de la noche a la mañana en demócratas de toda la vida.

La mayoría de las encuestas realizadas en los últimos años de la dictadura mostraban un creciente apoyo a la democracia, aunque nada iba a ser fácil después de la dosis de autoritarismo que había impregnado la sociedad española durante tanto tiempo.

Tras una compleja Transición, sembrada de conflictos y de obstáculos, la democracia cambió el lugar de España en Europa, con su total integración en ella, uno de los sueños de las élites intelectuales españolas desde finales del siglo XIX.

El reto de los españoles del siglo XXI ya no consiste en crear una democracia plena con igualdad de derechos y libertades, caballo de batalla, a veces sangriento, de algunas de las generaciones que nos precedieron, sino en seguir cambiando para mejorarla y reforzar la sociedad civil y la participación ciudadana.
Treinta y cinco años después de la muerte del último dictador de nuestra historia, la sociedad española ha podido dejar atrás algunos de los problemas fundamentales que más le habían preocupado en el pasado.

Pero desde su tumba, Franco parece mostrar todavía el camino a seguir en otros no menos importantes.
El Valle de los Caídos fue suyo en vida y continúa siéndolo tras su muerte, incapaces los Gobiernos democráticos de establecer una política coherente de gestión pública de esa historia. Las miradas libres a ese pasado traumático y la reparación política, jurídica y moral de las víctimas de la violencia franquista generan el rechazo y el bloqueo de poderosos grupos bien afincados en la judicatura, en la política y en los medios de comunicación.

Y la jerarquía de la Iglesia católica, que ha logrado preservar con creces en la democracia la privilegiada situación que el franquismo le donó, protege con uñas y dientes sus finanzas y sus derechos adquiridos en la educación y discute, con el apoyo enérgico del Vaticano, cada palmo de territorio que el Estado quiere conquistar en el orden moral. Treinta y cinco años sin Franco y no tenemos una ley de libertad religiosa adaptada a la actual sociedad democrática plural y culturalmente diversa.

Asentada la democracia, debemos recordar el pasado para aprender. Miles de familias están esperando que el Estado ponga los medios para recuperar a sus seres queridos, asesinados, escondidos debajo de la tierra, sin juicios ni pruebas, para que no quedara ni rastro de ellos. Es necesario dar a conocer la relación de víctimas de la violencia franquista durante la guerra y la posguerra, ofrecer la información sobre el lugar en el que fueron ejecutadas y las fosas en las que fueron enterradas.

Y frente a esas historias todavía por descubrir, no puede dejarse de lado, abandonar o destruir, la memoria de los vencedores. Sus lugares de memoria son la mejor prueba del peso real que la unión entre la religión y el patriotismo tuvo en la dictadura.

No es posible renunciar al objetivo de saber, a que coexistan memorias y tradiciones diferentes. Pero para eso, antes, hay que remover los obstáculos que impiden rescatar de las cunetas y de las fosas perdidas a las víctimas de tanta tortura y asesinato. Treinta y cinco años después de la muerte de su principal responsable.
 
Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.
El país

lunes, 15 de noviembre de 2010

Asociaciones de la memoria histórica piden al TS que reconsidere el archivo de la querella contra Saavedra


Tribunales
 Asociaciones de la memoria histórica piden al TS que reconsidere el archivo de la querella contra Saavedra
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Creen que podría haber prevaricado al encausar a Garzón para que no investigara el franquismo

MADRID, 15 (EUROPA PRESS)
Diferentes asociaciones para la recuperación de la memoria histórica han presentado un escrito en el Tribunal Supremo pidiendo la nulidad del auto dictado el pasado mes de mayo por la denominada "Sala del 61" de este órgano, que rechazó la querella presentada contra el presidente de la Sala de lo Penal de este órgano, Juan Saavedra, al que acusan de prevaricar en las resoluciones que sentarán en el banquillo al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón por irregularidades en su investigación de las desapariciones del franquismo.

El escrito, firmado por el abogado Fernando Magán, se interpone después de que el alto tribunal rechazara, el pasado 13 de octubre, el recurso de súplica interpuesto por las asociaciones contra el auto inicial de archivo.

En este documento, al que ha tenido acceso Europa Press, las asociaciones insisten en que Saavedra actuó irregularmente al "prohibir" al Juzgado Central de Instrucción número 5 (cuyo titular es Garzón, actualmente suspendido en sus funciones) continuar la investigación de las desapariciones durante el franquismo (diligencias previas 399/2006) y "acto seguido declarar que los hechos investigados estarían prescritos y/o amnistiados".

La Sala presidida por Juan Saavedra, según los querellantes, "da por sentado -sin fundamento- que estarían prescritos y amnistiados los actos de genocidio y lesa humanidad investigados en dichas diligencias previas, pero sin permitir a quienes son parte en éstas, los aquí recurrentes, ser oídos y ejercitar el derecho de defensa.

También acusan al magistrado del Supremo por impedir que, en el marco de la causa abierta a Garzón por un presunto delito de prevaricación, pueda tomase declaración a testigos de los hechos e investigar a los presuntos autores aún vivos.

EDAD DE VÍCTIMAS Y VERDUGOS
Dada la avanzada edad de todos éstos, continúa el escrito, las dilaciones procesales en cuyo origen se hallan los actos presuntamente cometidos por Saavedra "conllevan el daño irreparable de que morirán las víctimas directas antes de saber la suerte de los desaparecidos, los testigos antes de comparecer en un proceso judicial, y también los autores que siguen vivos".

Añade Magán en su escrito que los actos atribuidos a Saavedra forman parte de "una deliberada y consciente operación procesal dirigida a mantener el cierre de los tribunales del Reino de España al conocimiento, investigación y sanción de actos de naturaleza genocida cometidos en nombre de los Principios Fundamentales del Movimientos Nacional entre el 17 de junio de 1936 y el 15 de junio de 1977". 
Siglo XXI
Siglo XXI

jueves, 11 de noviembre de 2010

"Están tirados como perros, queremos llevarlos al cementerio y cerrar página"

Los restos de los dos abuelos de Alberto están enterrados en una fosa que ha sido localizada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Su vicepresidente, Santiago Macías, recuerda que la Ley de Enjuiciamiento Criminal obliga al juez a personarse en el lugar de los hechos acompañado de un forense.
NUEVATRIBUNA.ES / ISABEL G. CABALLERO 11.11.2010

Todo empezó cuando Nuria, la prima de Alberto vio por televisión la exhumación de una fosa del franquismo. Su madre entonces rememoró la tragedia vivida por su familia setenta años atrás y expresó a su hija el deseo de recuperar los restos de sus familiares que estaban “tirados como perros”, le dijo. Esta familia se puso en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) que después de tramitar los permisos necesarios ha iniciado la exhumación del enterramiento situado en la localidad toledana de Calzada de Oropesa.

Más de una veintena de casquillos de bala, encontrados gracias a un detector de metales, dieron la pista para la localización de la fosa. En ella hay enterrados siete vecinos de Las Ventas de San Julián. Alberto García Simón es el abuelo materno de Alberto y Manuel Gutiérrez Castaño, su abuelo paterno. El hermano de éste, Antolín Gutiérrez Castaño, también fue asesinado por las fuerzas sublevadas de Franco. Junto a ellos se encuentran los cuerpos de Germán Sarro García, Francisco Herreruela Arroyo, Lorenzo Polo Hernández y Enemesio Hernández Álvarez.

La ARHM ya se ha puesto manos a la obra para proceder con los trabajos de exhumación que estiman durarán tres días. Como viene haciendo tras el hallazgo de una nueva fosa, la asociación ha denunciado ante el cuartel más cercano de la Guardia Civil la aparición de restos humanos con signos de violencia instando al juez que se persone en el lugar de los hechos según obliga la Ley de Enjuiciamiento Criminal y “si la justicia no actúa estará incumpliendo gravemente un deber que genera indefensión a las víctimas”, recuerda el vicepresidente, Santiago Macías.

Desde que Baltasar Garzón remitiera las causas a los correspondientes juzgados, tan sólo el 5% de los jueces a los que han llegado este tipo de denuncias se han personado en el lugar y los que no lo han hecho han esgrimido argumentos como que el delito había preescrito o que, por el contrario, no se observaba la comisión de ningún delito. Y eso cuando en la mayoría de las fosas encontradas se ha localizado casquillos de balas. Por ello, Macías insiste en que el juez, acompañado de un forense, debe recoger in situ la información necesaria para decidir las diligencias que puede llevar a cabo. La ARHM advierte de que el incumplimiento de la ley conlleva una falta que será denunciada ante el Consejo General del Poder Judicial.

Durante los dos días transcurridos desde que se encontraron los restos se han desplazado hasta el lugar algunos familiares, muchos de ellos llegados desde bastante lejos. Alberto cuenta, en conversación con nuevatribuna.es, lo que sabe de lo ocurrido a sus dos abuelos. Fueron fusilados en la madrugada del 25 de noviembre de 1936 después de haber sido retenidos en el cuartel de la Guardia Civil durante catorce días. Su abuelo paterno dejó siete hijos, y el padre de su madre tres más uno en camino ya que su abuela estaba embarazada. Alberto no quiere venganza: “Sólo queremos llevar los restos al cementerio. Queremos cerrar página”, asegura, al tiempo que denuncia que con su familia se cometieron “dos crímenes”, el de los fusilamientos y el “dolor y la pena” que durante todos estos años han padecido. 
 

viernes, 5 de noviembre de 2010

Acto dia 7 Puerta del Sol: Homenaje a los Defensores de Madrid 1936-1939.

HOMENAJE A LA DEFENSA DE MADRID 1936-1939

La Coordinadora de Asociaciones para la Memoria Democrática de Madrid

Os convoca
el 7 de noviembre
(domingo)
12:30 horas
Puerta del Sol
(junto al monumento de Carlos III)
Madrid.
Ofrenda Floral ante un diseño de placa que conmemora dicho día.
Minuto de silencio en recuerdo  de los defensores de la Libertad
y de las víctimas civiles de los bombardeos

Acto cultural
19 h. en el Ateneo de Madrid
para reivindicar que el día 7 de noviembre sea declarado Día Oficial de Madrid.

Intervendrán en los dos actos:
Representantes de las grupos políticos del PSOE e IU del Ayuntamiento y la Asamblea Regional de Madrid.
Esperamos contar con vuestra presencia.


En el 7 de Noviembre


« Aquí en Madrid se encuentra la frontera universal que separa la libertad de la esclavitud. Aquí en Madrid se enfrentan en su lucha dos civilizaciones incompatibles: el amor contra el odio, la paz contra la guerra, la fraternidad de Cristo contra la tiranía de la Iglesia... Esto es Madrid. Es la lucha por España, por la humanidad, por la justicia, que, con su manto de sangre, cubre a todos los seres humanos.... ¡Madrid! ¡Madrid! »
Fernando Valera, 8 de noviembre, desde Radio Madrid.


En este lugar al menos,
la dignidad de los hombres corrientes se ha mantenido firme ante al mundo.
Vincent Jimmy Sheean


La batalla y defensa del Madrid capital de la República española que comenzó el 7 de noviembre de 1936 fue uno de los sucesos más extraordinarios de la historia contemporánea. Un ejército bien equipado, al mando del general Mola, compuesto por decenas de miles de soldados, en su mayor parte mercenarios extranjeros: legionarios y marroquíes, apoyados por italianos y alemanes enviados por las potencias nazi y fascista, se enfrentó contra el mal armado pueblo de Madrid. Pensaban que sería el asalto final a la República. La Legión Cóndor, compuesta de escuadrillas de bombarderos Junkers 52, y de aviones de caza, Heinkels 51 y Messerschmidts 109, se encargó de la agresión aérea contra Madrid. Nunca antes de la II Guerra Mundial ninguna gran ciudad fue tan intensa y sistemáticamente bombardeada con bombas incendiarias: barrio por barrio, sus hogares, los hospitales, museos, y otros edificios civiles fueron destrozados, con la intención de extender el pánico entre la población y experimentar minuciosamente la reacción de una población civil ante el incendio de su ciudad. Durante largos meses murieron miles de personas inocentes. En los primeros momentos hubo desaliento, pero los ciudadanos y trabajadores se dirigieron hacia el frente, muchos de ellos sin armas, preparados a sustituir a quienes caían muertos o heridos. Las mujeres se manifestaron exigiendo que todos los hombres fuesen al frente; muchas de ellas lucharon, como en el Puente de Segovia, y, junto con los niños, construyeron barricadas. Los milicianos no retrocedieron siguiendo la proclama del ¡No pasarán!
Por primera vez en la guerra, aparecieron los aviones soviéticos y protegieron a Madrid contra los bombarderos alemanes e italianos. El 7 de noviembre las primeras unidades de las brigadas internacionales desfilaron por la Gran Vía, camino del frente. Alemanes, franceses y belgas, polacos, ingleses, irlandeses, mexicanos, palestinos, australianos, argentinos.. ., voluntarios llegados de todos los continentes, de todas las religiones y creencias, convencidos de que en España se libraba la primera batalla contra la barbarie totalitaria, contribuyeron, miles de ellos con su vida, durante los largos meses del asedio, a la resistencia de Madrid y mostraron a sus habitantes el significado del internacionalismo y la idea universal de libertad. Pero la victoria fue del pueblo de Madrid.
La conmemoración del espíritu de lucha, valor y resistencia del pueblo madrileño, el 7 de Noviembre, que deseamos que se convierta en un Día Oficial de la Comunidad de Madrid, como lo ha sido el recuerdo del 2 de Mayo frente a la invasión francesa en 1808, afirma la fidelidad y compromiso de los ciudadanos madrileños con los valores universales, resumidos en los conceptos de Libertad, Igualdad y Fraternidad y de respeto a los derechos humanos, las mismas ideas que dieron sentido a la lucha y la Resistencia, que mantuvieron la esperanza, contra la brutalidad nazifascista durante la II Guerra Mundial, y que permitieron, tras 1945, a las naciones europeas, al norte de España, reconstruir sociedades pacíficas, fruto de los esfuerzos y sacrificios de aquel pasado reciente. El reconocimiento oficial de esa misma lucha, en Madrid, el 7 de Noviembre, nos incorpora a la historia europea y a su Memoria colectiva, de la que sin duda formamos parte.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La Corte Suprema uruguaya declara inconstitucional la Ley de Caducidad

Dicha norma impedía juzgar a militares uniformados que violaron los derechos humanos durante la dictadura (1973-1985) 

La Suprema Corte de Justicia de Uruguay declaró hoy inconstitucional la Ley de Caducidad, que impide juzgar a uniformados que violaron los derechos humanos durante la dictadura (1973-1985), para una causa contra el ex presidente de facto Juan María Bordaberry.

Según la resolución emitida por el alto tribunal, la Ley de Caducidad no podrá aplicarse en esta causa, en la que se investigan 20 asesinatos cometidos bajo el gobierno dictatorial, y, por lo tanto, la fiscalía y los tribunales podrán juzgar el caso sin que quienes participaron de los hechos gocen de ninguna protección.
Esta es la segunda ocasión en la que la Corte Suprema declara inconstitucional la norma para aplicarse en un caso concreto, después de que en octubre de 2009 se pronunciara en contra de la Ley en el caso del asesinato en 1974 de la militante comunista Nibia Sabalsagaray.

Público