lunes, 16 de julio de 2012

Suiza esconde la memoria inédita y casi desconocida de la Guerra Civil española


Suiza esconde la memoria inédita y casi desconocida de la Guerra Civil española

Campo de trabajo de la Guerra Civil
Foto cedida por la Fototeca del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) del campo de trabajo de Albatera, en la que se ve a prisioneros durante la construcción de canales entre Alicante y Murcia destinados a irrigar 200 hectáreas, en la Guerra Civil española. (EFE)
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  • Las imágenes que un delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) captó durante la Guerra Civil forman parte de un archivo inédito en Ginebra.
  • Estas fotografías acercan la terrible y violenta realidad de la guerra.
  • Fueron realizadas por 15 delegados de la Cruz Roja tuvieron acceso prácticamente ilimitado en las retaguardias del conflicto.
Parecen muñecas rotas y sucias apiladas en el suelo, pero no lo son. Son un grupo de niñas, víctimas de un bombardeo en Zaragoza en marzo de 1937. Es la imagen del horror de la guerra, una foto captada por un delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que forma parte del valioso e inédito archivo que esta organización tiene en su sede central en Ginebra.
Junto a esta foto, hay otras 654 que muestran a civiles caídosjunto a una cuneta tras ser ametrallados desde aviones en la carretera que une Málaga y Almería, a familias con la evidente huella de la malnutrición en Barcelona y a brigadistas internacionales presos en el campo de prisioneros que los franquistas instalaron en San Pedro de Cardeña (Burgos).
También golpean la mirada las imágenes de destrucción de la madrileña plaza de Antón Martín, la de dos niñas refugiadas en la capital de España que miran al fotógrafo con una mezcla de timidez, curiosidad y diversión, y la de las lesiones que se causaban los combatientes para no volver al frente de batalla.

Un archivo casi desconocido en España

La memoria gráfica colectiva de la Guerra Civil española (1936-39) gira por lo general en torno al frente de batalla. Pero lonovedoso de estas imágenes es que acercan la terrible y violenta realidad de la retaguardia, de los prisioneros en ambos bandos, de las familias que esperaban noticias de sus seres queridos que quedaron del otro lado, de los niños que hacían cola para conseguir un bote de leche condensada.
Pocos investigadores se han acercado a estos archivosCuando se cumplen 76 añosdesde el inicio de la contienda, este archivo fotográfico es casi desconocido en España, pese a que fue transferido de manera íntegra en 2008 al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.
Los originales están en Ginebra, donde su consulta está abierta a investigadores, historiadores, estudiantes y periodistas, y donde, hasta la fecha, han pasado casi desapercibidos.
Fabrizio Bensi, archivista de la Cruz Roja y gran conocedor de los grandes conflictos del siglo XX, considera que estos fondos documentales "merecen la atención de los historiadores españoles e investigadores interesados en elaborar una historia integral de este conflicto".
"Pocos investigadores se han acercado a estos archivos, sobre todo por el hecho de que hay una falta de conocimiento de la intervención del CICR en la guerra de España", añade su colega Daniel Palmieri, para quien el valor central de este archivo es que ofrece "la mirada de una institución humanitaria que no era parte implicada en el conflicto".
"Es también —añade Palmieri— la mirada de simples ciudadanos que fueron 'lanzados en paracaídas' en plena guerra civil y que se vieron frente a las atrocidades que estaban ocurriendo allí".

La guerra, vista por delegados de la Cruz Roja

Esos "simples ciudadanos" fueron los 15 delegados que la Cruz Roja envió a España para reforzar sus nueve oficinas locales y ayudar a la población civil.
Viajaron a España con la misión de facilitar la localización y el intercambio de prisioneros, distribuir alimentos y suministros médicos, y reagrupar a las familias que quedaron divididas entre las "dos Españas". En su equipaje personal incluyeron cámaras fotográficas, con las que dejaron este legado gráfico de gran valor histórico.
El intercambio de presos fue uno de los grandes objetivos del Comité Internacional de la Cruz RojaEstos "misioneros humanitarios", como los define la propia Cruz Roja, no eran Robert Capa ni Agustí Centelles, ni pretendían serlo, pero sus fotos están a la altura de las de los dos grandes fotógrafos de la contienda española, porque tuvieron acceso prácticamente ilimitado en las retaguardias del conflicto.
Fruto de ello fueron las visitas, y sus respectivas fotos, de cárceles y campos de prisioneros de ambos bandos, donde llegaron a conocer la situación de 89.000 presos, misiones en las cárceles que continuaron hasta el final de la guerra en el lado republicano y que el lado rebelde suspendió en agosto de 1938.
El intercambio de presos fue uno de los grandes objetivos del Comité Internacional de la Cruz Roja, que designó como máximo responsable en España a Marcel Junod, un médico con experiencia previa sobre el terreno en Etiopía, durante la segunda guerra de Abisinia (1935-36).
Junod tuvo como misión "humanizar" la guerra, inicialmente mediante el canje de prisionerosentre "rojos y blancos", la reveladora terminología que utilizaba la Cruz Roja para nombrar a los bandos enfrentados en España y que tenía su origen en la guerra civil rusa entre zaristas y bolcheviques.
Palmieri explica que Junod y la mayor parte de los delegados "no eran neutrales ideológicamente hablando". "La mayor parte de ellos eran oficiales del ejército suizo y por lo tanto más bien posicionados a la derecha del tablero político. Algunos, como anticomunistas, tenían una cierta admiración por el ejército franquista, que a sus ojos encarnaba el orden", dijo.
"Sin embargo, una vez en España, en contacto con las víctimas, tanto republicanas como profranquistas, los delegados no se dejaron subyugar por su sentimiento político y demostraron una imparcialidad total, ayudando a todas las víctimas de la misma manera", indicó.

Informes reveladores de la guerra

Todos ellos escribieron durante la guerra decenas de informes, que forman parte también del archivo y que son un gran pie de foto descriptivo del horror de la guerra.
Los más prolijos son los de Marcel Junod, que llega a España a finales de septiembre de 1936 y que pronto se da cuenta de que choca contra un muro cuando habla de Convenciones internacionales, de leyes de la guerra y de respeto a las poblaciones civiles.
Para abril de 1937, cuando la guerra aún no ha llegado a su primer año, la frustración y la impotencia son evidentes en los informes de Junod, que describe España como "un país donde el asesinato y las ejecuciones han llegado a un grado que la Historia no ha conocido jamás". "El problema de los asesinatos no es ni rojo, ni blanco, sino sencillamente español", concluye el delegado.


domingo, 15 de julio de 2012

Invitación: 20 Julio: 76 Aniversario de la heroica Resistencia contra la sublevación militar (1936-1939)


La Coordinadora de Asociaciones de la Memoria Democrática de Madrid y
la Agrupación Ateneista "Don Juan Negrín"
convocan y os invitan a participar en el acto del

76 ANIVERSARIO DE LA HEROICA RESISTENCIA DEL PUEBLO ESPAÑOL FRENTE A LA SUBLEVACION MILITAR DEL 18 JULIO 1936

DIA 20 JULIO , 20h. 
ATENEO DE MADRID, 
C/ PRADO 21.

76 años después del inicio de la heroica resistencia del pueblo español frente a la sublevación militar del 18 de julio de 1936 y cuando continúan 76 años de impunidad de los crímenes por parte del franquismo, que revisten la calificación jurídica de delito de rebelión contra la forma de gobierno, y de crímenes contra la humanidad, la Coordinadora de Asociaciones de la Memoria Democrática de Madrid vuelve a manifestar su voluntad de proseguir el avance en el proceso de la Verdad, la Justicia y la Reparación efectivas, y convoca a la ciudadaníaperseverar en esta tarea con la mayor decisión." ...( leer mas: Adjunto .. Manifiesto Coordinadora 2012 )
- Presentación del Documento “76 años de Impunidad del franquismo”
- Intervenciones de Pedro García Bilbao, Ludivina García Arias y Miguel Pastrana
- Intervención de Ángeles García-Madrid. 

Os esperamos y rogamos difusión del acto.

Ángeles García-Madrid nació en 1918, en Torrejón de Ardoz. 
Con dieciséis empezó a colaborar con el Círculo Socialista de su barriada.
Fue encargada durante la guerra 1936-1939 de la dirección de los talleres de costura que confeccionaban los uniformes de la 49 Brigada Mixta. Se presentó voluntaria como cobradora de tranvías.  En mayo de  1939 fue detenida e ingresó en la cárcel de Ventas, donde coincidió con las Trece Rosas o Las Menores, que serían ejecutadas el cinco de agosto de 1939. El 9 de abril de 1940 fue juzgada en consejo de guerra y condenada a doce años de prisión por “auxilio a la rebelión militar”. Sufrió la cárcel en la prisión de Tarragona, regida por las monjas Oblatas, y en la de Les Corts, en Gerona -administrada por la orden religiosa de las Adoratrices- en cuya enfermería estuvo ingresada durante ocho meses, enferma de tuberculosis. En febrero de 1942 fue excarcelada en aplicación de los decretos de indulto y regresó a Madrid.
A su salida de la cárcel, tuvo numerosas dificultades para sacar adelante a su familia, con su madre enferma y su padre encarcelado, hasta que aprendió el oficio de pantalonera y con el tiempo consiguió incluso abrir un pequeño taller. 
Aficionada desde niña a la literatura, tras la muerte del dictador pudo por fin publicar sus libros de memorias y poemarios.
Durante doce años ostentó la secretaría de Cultura de la Asociación de Ex-Presos y Represaliados Políticos Antifascistas, cargo desde el cual impulsó la iniciativa del monumento de Miguel Hernández en el Parque del Oeste de Madrid, de Domínguez Uceta, erigido en 1985 y costeado por la propia asociación. Ha impartido numerosas conferencias relatando su experiencia en España y en Europa. 


Manifiesto de la  Coordinadora para la Memoria Histórica y Democrática de Madrid

jueves, 5 de julio de 2012

Muere el héroe Théo Francos, Brigadista Internacional, sin repercusión en los medios


Para mí Théo Francos (1914-2012) ha muerto tres veces. La primera vez, el día que lo fusilaron y milagrosamente sobrevivió. La segunda, hace dos días, a sus 98 años en su casa de Baiona. La tercera ha sido hoy, cuando he podido comprobar que su muerte no aparece en ningún medio español.

Por AITOR FERNÁNDEZ / datecuenta.org

Entradilla. En vista de que ni un jodido medio español se ha dignado a escribir cuatro líneas por tu muerte, Théo, me pongo a escribirlas yo, una persona sin apenas formación de redactor periodístico, pero a la que la rabia en el corazón le sigue moviendo a hacer muchas cosas, esta vez por la impotencia de comprender  que, en realidad, a nadie le importa cuántas veces arriesgaras tu vida por defender la causa antifascista, y digo causa porque defendiste la causa, la humanidad, por encima de nacionalidades y banderas. Yo te conocí y pude abrazarte, aunque quizá al salir de la ciudad no te acordaras ya nunca más de mí, pues tu memoria estaba completamente desdibujada, lo que no me impidió ser testigo de tu grandeza.

Théo Francos en 1937

A lo que voy. Desde que conocí tu historia, Théo (contada por primero por la ARMH y leída luego por los textos de Sofía Moro) quise conocerte, pero fue dos años después cuando tuve la oportunidad. El verano pasado viajé a Baiona, en el penúltimo viaje del proyecto “Vencidxs”, para descubrir en ti a un hombre mucho más pequeño de lo que había visto en las fotos y vídeos, mermado por la vejez y la memoria, pero aún así excepcional y humano. Un idealista de verdad, que vino a luchar a España para derrocar el fascismo, aunque el Partido Comunista te lo impidiera, con muchos más voluntarios que se llamaron las Brigadas Internacionales. “¿Cuál es la razón del fascismo, Théo?” “Es la explotación -a pesar de todo tenías momentos de lucidez), a mi padre en Valladolid le hacían trabajar toda la noche con un trozo de pan y de cebolla.” Supongo que a eso querrían que volviéramos, y supongo que por eso tú no sales en los medios hoy.

El miedo nunca se separó de ti. Pero eso no te impidió hacer grandes cosas. Me dijiste que “a veces te despertabas por la noche y llorabas como un chaval”, supongo que recordando lo que te parecería el fin del mundo, o más bien, el fin de la humanidad, cuando te enterraban hasta la cintura para torturarte, en el campo de concentración de Miranda de Ebro, dándote latigazos a pleno sol y teniéndote así días enteros. “A veces pienso cómo pude aguantar tanto. La gente, desde fuera del campo, me tiraba comida o agua, que mis compañeros me daban cuando podían.” Eso fue la represalia por haberte fugado del campo. Por las alcantarillas. Porque las Brigadas se habían ido, pero tú te quedaste para seguir luchando, incluso cuando todo estaba perdido. “Eran los mismos presos los que construíamos el campo –me contaste de forma dispersa- pero no nuestros barracones, nosotros dormíamos a la intemperie. Construíamos para los soldados, incluso les hicimos una piscina” Y mientras, seguían exterminando a tus compañeros.

Cuando te liberaron pensabas que volvías a casa a descansar. Pero al llegar viste Baiona tomada por los nazis. “Me escapé en el puente, vi a mi madre de lejos, pero no me pude despedir de ella.” Porque entonces comenzó una nueva odisea para ti, aunque en realidad era la misma: seguir combatiendo el fascismo. Te alistaste como paracaidista en el ejército inglés y en la nueva guerra te esperaban las experiencias más duras de tu vida. Tuviste que matar a un compañero gravemente herido, que no tenía el coraje suficiente para tomarse la pastilla de cianuro que llevábais. En otra misión, al saltar, tu paracaídas quedó atrapado en el ala del avión: “Lo corté con el cuchillo como pude, y llegué bien a tierra. Me descontaron el coste del paracaídas del sueldo del mes.” Pero creo que lo peor fue cuando te fusilaron. A mí me parecía increíble. Viviste un fusilamiento, y por ello llevaste alojada una bala a unos centímetros del corazón toda tu vida. Te pregunté qué pensabas en esos momentos: “No sabes lo que está pasando, si es verdad o no. A veces te herían para que sufrieras antes de morir.” Pero tú no moriste, y te salvaron al día siguiente una pareja de campesinos de la resistencia.

Pero también conociste la bondad humana, como aquellos campesinos, o los ferroviarios que te tiraban comida, o las muchachas que te escondieron en el granero:“Especialmente me quedaba impresionado por la solidaridad de las mujeres, salvé mi vida muchas veces gracias a ellas.” Mujeres idealistas y valientes. En Stalingrado te adentraste 30km en las líneas enemigas con una muchacha rusa de 19 años para volar puentes e impedir el avance nazi. La reencontraste setenta años después, ella tenía noventa y tu hijo le decía que no te apretara tan fuerte, que te iba a matar del abrazo.

Y así ha sido tu vida, Théo. Me hablaste lentamente de tu bisnieto, perdido en una amalgama de recuerdos que te costaba ordenar. “Papi, tienes que llegar a los 100″, te decía. Quizá disfrutabas de él porque no podías haberlo hecho con tu hija, a la que conociste con 20 años por todo lo que tuviste que trabajar: “Al principio nadie me daba trabajo, así que tuve que viajar y trabajar fuera, ocupando más de treinta puestos de trabajo diferentes.” Me imagino que moriste en paz, aunque algo paenado porque veías el fascismo “volviendo a levantar cabeza”. Espero no tener que vivir las terribles experiencias que tú tuviste que vivir.
Conclusión. Y después de todo ¿para qué? -como me dijo también Concha Carretero- Toda esa gente que fue asesinada, que defendió la libertad de generaciones que ni conocerían después, que ha pagado con su juventud y con su vida todos y cada uno de los derechos que ahora tenemos y que estamos dejando perder uno a uno. ¿Para qué? Para que ningún medio dedique un par de líneas a tu muerte. Ni Rajoy, ni la selección española de fútbol, ni la prima de riesgo merecen la mitad del espacio que debieras de ocupar en los medios. Así que, habiéndolo escrito más mal que bien por lo que te pido perdón, primero por no poder dedicarte todo el tiempo que te mereces, y segundo, avergonzado, porque no es éste el medio principal donde tu muerte debiera figurar. Un general español una vez te preguntó: “¿Tú no tienes madre? Porque no es normal que una persona realice tantas misiones” “Sí, señor, la tengo, lo hago por convicción” Te contestó muy seguro de sí mismo: “Pues quédate conmigo, porque por lo menos salvarás tu vida. Cuando acabe la guerra, no te van a agradecer nada.” Y era verdad.


http://www.larepublica.es/2012/07/muere-el-heroe-theo-francos-brigadista-internacional-sin-repercusion-en-los-medios/