martes, 25 de junio de 2013

Comunicado de Jueces para la Democracia sobre querella de Falange contra el periodista Gerrado Rivas Rico


Comunicado de JpD sobre querella Falange.


A partir de una querella de Falange, ha sido imputado el periodista Gerardo Rivas Rico por la publicación, el pasado 22 de marzo de 2012, de un artículo en “El Plural” con el título “El vicepresidente de Gobierno de Madrid le pide el perejil a la hija de Franco”. Dejando a un lado las opiniones personales del autor respecto de las razones de la expulsión de la carrera judicial del magistrado Baltasar Garzón, cuestión en la que no entramos, en el artículo se afirma que FALANGE es una organización con un amplio historial de crímenes contra la humanidad, habiendo sido este el principal motivo de la denuncia.

Jueces para la Democracia considera que se ha demostrado científica y suficientemente, a través de numerosas investigaciones rigurosas, la implicación de Falange Española de las JONS (a partir de abril de 1937 Falange Española Tradicionalista y de las JONS) en la represión desplegada en la zona controlada por el Ejército sublevado desde el golpe de estado contra la democracia republicana hasta bien avanzada la posguerra, ya consolidada la dictadura franquista. Son los propios documentos oficiales (del Ejército, de la Guardia Civil, de la Policía y de la propia Falange) los que dejan evidencia de esa implicación. Estas tareas represivas de Falange afectaron durante años a miles de personas en todo el país. Esta es, por tanto, una verdad científica cimentada en decenas de investigaciones que no admite discusión.

Queremos mostrar nuestra disconformidad ante el hecho de que un periodista que constate una verdad histórica sea imputado judicialmente, al aceptarse la denuncia de Falange por buscar el “menoscabo del honor de Falange con vejaciones injustas, imputándole a FE-JONS, con temerario desprecio hacia la verdad, la comisión de delitos (…) para menospreciar y menoscabar públicamente la fama y el honor de dicha organización.” Sería como si en Alemania un tribunal aceptara una denuncia del partido nazi contra periodistas o historiadores que escribieran sobre los crímenes contra la humanidad cometidos por los miembros de su partido durante los años treinta y cuarenta. En definitiva, no se trata sólo de un ejercicio de libertad de expresión, reconocida por el art. 20 de la Constitución, sino también del derecho a la verdad, difundida desde la historiografía o el periodismo, y recibida por el resto de la ciudadanía que tiene derecho a conocer lo sucedido en su propio país.


21 de junio de 2013

Jueces para la Democracia





domingo, 23 de junio de 2013

El pasado nunca muere y ni siquiera pasa


Fuentes de Andalucía está situado en plena campiña sevillana, entre Écija y Carmona. En el verano hace un calor de justicia. Lo hará este domingo, en el que la gente del pueblo va a levantar un monumento a las mujeres que violaron y mataron los fascistas en el 36, en otro verano muy caluroso.
¿Otra historia de terror sobre la Guerra Civil?
Hasta cierto punto. Esta será una historia sobre la impunidad y el olvido
Aquel 18 de julio, cuando ya atardecía, la gente de Fuentes estaba celebrando lo que en Andalucía llamamos una “velá”, cuando un grupo de guardias civiles empezó a disparar. La gente huyó aterrorizada y se encerró a cal y canto en sus casas, donde pasaron la primera noche de pánico, de otras muchas que iban a venir. Estuvieron a oscuras, porque los guardias siguieron disparando hasta entrada la madrugada, alcanzaron a la acometida eléctrica de la Casa del Pueblo y provocaron un apagón general. Algunos vecinos, muy pocos, huyeron por la calle del Pozo Santo, pero la inmensa mayoría se quedó en su casa, porque en Fuentes no había ocurrido nada por lo que la gente pudiera tener miedo a represalias.
Absolutamente nada. Ni siquiera había habido problemas con el cura, ni enfrentamientos importantes con los terratenientes (dos tercios de las tierras eran del Duque del Infantado). En el informe que el párroco había hecho para el Obispado, tres años antes, “El informe sobre el estado de las almas” lo llamaban, solo se quejaba de que cada vez iba menos gente a la iglesia, que había moribundos que ya no pedían el viático, que a él algunos vecinos no le saludaban en la calle y le trataban “como si fuese un hombre cualquiera”.
¿Y los terratenientes? Estaban muy enfadados con la Republica, por la reforma agraria y por otra ley que les impedía traer esquiroles de otras comarcas, en caso de huelga. Pero no tenían puntualmente causas pendientes con los jornaleros de Fuentes. Solo les alarmaba que se hubieran afiliado en masa a los sindicatos y que muchas mujeres del pueblo se hubieran negado a “servir” en sus casas, después de que ellos, decidieran no cultivar las tierras para llevar a la Republica a una situación sin salida.
En Fuentes, cómo en el 70 por ciento de los pueblos de Sevilla, no hubo guerra (entendida como milicias que se enfrentan, trincheras, brigadas internacionales…) Lo que hubo, fueron tapias de fusilamiento y fosas comunes. A eso se dedicó la Benemérita y las bandas paramilitares de falangistas y requetés; todos coordinados por los militares sublevados. Una semana después del golpe comenzaron los fusilamientos (con sus espeluznantes detalles) las torturas, los robos de las cosechas, el ganado y las pocas tierras de los campesinos. La barbarie fascista, que llamaron “nuevo amanecer”, terminó con 116 cadáveres, culpables de delitos tan peregrinos como acudir a las asambleas de la Casa del Pueblo o bordar banderas republicanas.
El monumento que se levanta este domingo en el pueblo (un pozo invertido que se eleva hacia el cielo) está dedicado de forma específica a las mujeres asesinadas en un cortijo del pueblo que se llamaba el Aguaucho. Algunas eran adolescentes. Se las llevaron en un camión, las violaron, las mataron, las tiraron a un pozo y después se pasearon por el pueblo con las bragas y los sujetadores de las víctimas colgadas de los cañones de los fusiles… Tan seguros estaban de que sus crímenes iban a quedar impunes… Y tenían razón, quedaron impunes. Ellos descansan como muertos honorables en el cementerio y los huesos de ellas continúan en el pozo.
“El pasado nunca muere y ni siquiera pasa” decía Faulkner, pero para que no tenga consecuencias el camino es abolir la memoria histórica de los pueblos. Lo más inquietante de la Guerra Civil es su gigantesca ocultación. No es nada fácil esconder a los ojos de todo un pueblo la naturaleza de la mayor matanza de españoles que ha habido en la historia. Hay que reconocerles su éxito, especialmente a Felipe González y a los “socialistas” de la Transición (llamémosla Transustanciación) sin cuya colaboración “el gran ocultamiento” hubiera sido imposible. Tiene mérito que una parte de la población todavía crea que esta guerra se debió a “los excesos de la Republica”, a la radicalización de la izquierda o a la quema de iglesias. Y que hasta ahora, setenta años más tarde, no se haya empezado a difundir la verdad, gracias a los trabajos de las asociaciones de la Memoria o de aislados historiadores, que bregan contra todo tipo de problemas documentales.
Los franquistas eran conscientes de la magnitud de sus crímenes, de modo que a la salida de la Dictadura, además de blindarse con una ley de punto final, hicieron desaparecer cuidadosamente las pruebas documentales de sus delitos. En los primeros años de la “democracia” se volatilizaron los archivos policiales, los de las Comandancias militares, los de la Guardia Civil, los de la Falange y los de las Capitanías Generales. La muy precisa documentación de cuarenta años de represión sigue inaccesible en algún lugar desconocido que los gobiernos no quieren revelar. Para su oprobio histórico
Por eso no sabemos exactamente a cuántas mujeres mataron en el cortijo del Aguaucho: ¿A las 25 que asesinaron en Fuentes o solo a una parte?. Por eso desconocemos quién era el militar que dirigía al brigada chusquero de la Guardia Civil, Martin Conde, que sembró el pueblo de cadáveres. Ni de donde procedía la saña anti jornalera del cabo Moyano, ni a cuantos mató el fascista Herce, ni por qué el párroco (que no era un cura trabucaire, como alguno de sus colegas) quiso formar parte del comité que se dedicaba a identificar a los rojos. Ni quiénes fueron los delatores, que abundaban y sobraban en los pueblos. Ni si a las 26 mujeres de la localidad cercana de Villanueva del Río y Minas las vejaron también antes de fusilarlas, o qué hicieron con las 29 del Arahal o a las 24 de Paradas…
“Un pueblo sin memoria no es más que un espantajo que camina a ciegas por un espacio sin puntos cardinales”, decía Sarrionandia. Y es verdad. El pasado no está cerrado ni ha sido enmendado por el presente. Quizás restos del enorme miedo que se extendió por los pueblos y ciudades “liberadas” por los franquistas, se haya quedado en la memoria genética de la gente y siga restando capacidad para enfrentar la actual ofensiva de la derecha.
Walter Benjamín lo formula con más claridad cuando plantea que cada generación debe de contemplarse a sí misma en el espejo de las generaciones vencidas y analizar los mecanismos sociales de los que fueron víctimas sus antepasados. Quienes más necesitan la historia, dice, son los oprimidos, para no olvidar que su situación no tiene nada de “natural”. Es una concepción de la historia que escandaliza desde siempre a la socialdemocracia, tan partidaria de extender el adanismo.
La batalla por la memoria, en Fuentes de Andalucía, todavía la van ganando los asesinos y violadores del Aguaucho. Y en España todavía la va ganando Franco, que reposa en un panteón mientras decenas de miles de sus víctimas permanecen en fosas comunes.

martes, 18 de junio de 2013

INFORME AMNISTIA INTERNACIONAL El Tiempo Pasa La Impunidad Permanece

ESTA TARDE, DOCUMENTAL DE MEMORIA HISTÓRICA: "TE SACARÉ DE AQUÍ, ABUELO"

AMESDE EN LA BIBLIOTECA HISTÓRICA MARQUÉS DE VALDECILLA .


Martes 18 de junio, a las 18.30
C/ Noviciado Nº 3.

PRESENTAREMOS EL DOCUMENTAL:

"¡TE SACARÉ DE AQUÍ, ABUELO!"

Un documental de Montse Armengou y Ricard Belis


Miles de personas fueron enterradas en el Valle de los Caídos sin permiso de sus familias.

Muchos eran republicanos que ahora reposan al lado de Franco, su verdugo.

El sufrimiento y la lucha de sus familiares para sacar a sus seres queridos del Valle de los Caídos


INTERVIENEN:

D. José Carrillo. Rector de la UCM,

Jaime Ruiz. Presidente de AMESDE
Mirta Núñez Díaz-Balart. Directora de La Cátedra del Siglo XX. UCM.
Montse Armengou. Directora de El Documental