Arremete contra el instructor, Luciano Varela, por sentar al juez en el banquillo: algo “insólito e insostenible”.
El fiscal del Tribunal Supremo Luis Navajas acapararó ayer todo el
protagonismo en el juicio de la “memoria histórica”, el segundo al que
se enfrentaba el juez Baltasar Garzón en apenas una semana tras el de
las “escuchas” del “caso Gürtel”. Como en aquel, el Ministerio Público
tampoco en esta ocasión mantiene acusación alguna contra Garzón, pero
Navajas, a diferencia de su compañero Antolín Herrero días atrás, no
pasó desapercibido en la primera sesión de este juicio, que se retomará
el próximo martes con la declaración del juez. Éste se enfrenta a 20
años de inhahilitación por presunta prevaricación.
Según la acusación popular (Manos Limpias y Libertad e Identidad)
habría cometido este delito cuando inició la investigación sobre los
crímenes de la Guerra Civil y el franquismo sabiendo que no era
competente para hacerlo. Así se lo hizo saber la Fiscalía de la
Audiencia Nacional -le acusó de abrir una causa general contra el
franquismo- en octubre de 2008, en una postura opuesta a la que ahora
mantiene el Ministerio Público.
Ayer, durante la exposición de las cuestiones previas, que se
prolongó tres horas, Navajas defendió con vehemencia a Garzón y
arremetió contra el instructor de esta causa, el juez Luciano Varela,
por su actuación “insólita e insostenible” en relación con la “memoria
histórica”. Así, acusó al juez del Supremo de haber colaborado con Manos
Limpias (querellantes) cuando en abril del pasado año brindó al
sindicato la oportunidad de subsanar los defectos de su escrito inicial.
El nuevo escrito es un calco, “en un corta/pega”, dijo, del auto en el
que el propio Varela admitía que podía haber indicios de delito contra
el juez de la Audiencia.
¿Prevaricó entonces Varela?
Dice Navajas que, en sus más de treinta años de profesión, “jamás”
se ha encontrado “con una resolución igual, insólita por provenir de un
miembro de la carrera judicial y por las consecuencias que la misma
tenía (suponía sentar a Garzón en el banquillo)”. A su juicio, Varela
“colaboró, coadyuvó, para reconstruir lo que era absolutamente
irreconstruible”, señaló, en referencia al escrito de Manos Limpias, un
escrito, añadió, formulado “en términos probabilísticos y no taxativos”,
como exige la ley. El escrito de Manos Limpias no cumplía los
requisitos legales mínimos y nunca debió ser aceptado, sentenció
Navajas. Como consecuencia de ello, Varela tendría que haber rechazado
el escrito y sobreseido la causa contra Garzón. Y es a ese momento al
que, según él, deben retroatraerse las actuaciones.
Cuando terminó con Varela, le tocó el turno a Manos Limpias. La
Fiscalía y la defensa de Garzón insistieron en que en una causa en la
que no hay perjudicados concretos y la Fiscalía no acusa no se puede
abrir juicio oral sólo con la acusación popular. Así se estableció, dijo
el fiscal, en la llamada “doctrina Botín”, matizada posteriormente por
otras dos sentencias. “Que no se nos sumen al pelotón corredores
adhesivos porque no nos hacen falta: la Fiscalía no necesita ayuda de
acusaciones adhesivas para defender el interés público”, concluyó.
otrosi.net
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