viernes, 23 de abril de 2010

América Latina y el procesamiento de Garzón

América Latina asiste estupefacta a los procesos contra Baltasar Garzón. Las víctimas de las dictaduras en Chile o en Argentina o en Guatemala o en El Salvador, que habían sentido un mínimo consuelo con las causas abiertas en la Audiencia Nacional, estuvieran o no vinculadas directamente con Garzón, las víctimas de otras dictaduras como la de Uruguay, de Brasil, o de Paraguay, por la reivindicación del principio de Justicia Universal, no pueden comprender que un magistrado que, con otro puñado de juristas, intentó que la justicia lo fuera por una vez, esté ahora procesado; que esté procesado por una denuncia de Falange Española por intentar que la verdad prevalezca sobre el olvido. Como leí que alguien recordaba hace unos días, citando a Juan Gelman, “lo contrario del olvido no es la memoria sino la verdad”.
América Latina no lo entiende. Bueno, no toda América Latina. Y que no sea una reacción unánime refuerza la sensación de mundo al revés. El hecho de que haya sectores latinoamericanos que estén celebrando que Garzón se siente en el banquillo demuestra hasta qué punto el procesamiento del magistrado de la Audiencia Nacional por la causa de los crímenes, de los desaparecidos del franquismo, es una de esas revanchas de quienes habían visto alterada su tradicional impunidad como consecuencia de las actuaciones del juez, de algún que otro magistrado valiente y de un puñado de fiscales empeñados todos ellos en que la palabra justicia vuelva a tener sentido.
Los herederos del general Augusto Pinochet, los herederos directos, de todo lo que robó, y los herederos ideológicos, celebran como una gran victoria póstuma del propio Pinochet que Falange Española haya logrado que se procese a Garzón. Para ellos es un gran triunfo que el Tribunal Supremo de España pueda enterrar ahora la verdad que Garzón había esgrimido en la Audiencia Nacional, esa verdad de Pinochet como director de una orquesta dedicada a cometer delitos de lesa humanidad.
Algo similar ocurre en Argentina. Los siniestros orquestadores de la dictadura, de las torturas en la Escuela de Mecánica de la Armada, de los vuelos de la muerte, los ladrones de niños a cuyos padres hicieron antes desaparecer, como hicieron con el hijo y la nuera de Gelman, están regodeándose con el proceso a Garzón.
También en Guatemala se sienten vindicados los perpetradores del genocidio, quines impulsaron el exterminio de miles de seres humanos, quienes pusieron fuego a la embajada de España, asesinando a los que allí se refugiaron, incluido el padre de Rigoberto Menchú. En el caso de Guatemala no es tanto por Garzón, que no llevaba ese caso, sino por ser magistrado de la Audiencia Nacional que procesó a los máximos responsables del genocidio.
Me viene a la memoria precisamente un cuento de uno de los mayores escritores guatemaltecos, que da nombre a un libro imprescindible, La oveja negra y otras fábulas.
La Oveja Negra
“En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura”.
Sobran las palabras. Salvo decir que si la Audiencia Nacional había sido ayer ejemplo de Justicia, con mayúscula, en América Latina, el Tribunal Supremo empieza a ser sinónimo hoy, para muchos latinoamericanos, de vergonzosa impunidad. Que cada cuál saque sus conclusiones.

http://blogs.rtve.es/fransevilla/2010/4/20/america-latina-y-procesamiento-garzon

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