martes, 13 de abril de 2010

¿Qué fue del Winnipeg? *

escrito por Julio Gálvez Barraza
martes, 13 de abril de 2010

La palabra Winnipeg es alada.
La vi volar por primera vez
en un atracadero de vapores,
cerca de Burdeos. Era un hermoso
barco viejo, con esa dignidad que dan
los siete mares a lo largo del tiempo.
Pablo Neruda


En uno de sus libros de memorias, dice Neruda: Lo cierto es que nunca llevó aquel barco más de setenta u ochenta personas a bordo. Indiscutiblemente, para transportar a más de dos mil personas, las tareas de acondicionamiento del hermoso barco viejo fueron enormes. Un trabajo de devoción y desesperación, señala el poeta. No son muchos los datos que aporta con respecto al vapor. Muchos de los que nos hemos interesado por este nerudiano capitulo de la historia del exilio español, nos hemos preguntado más de una vez ¿Qué fue del "Winnipeg? Conozcamos un poco más de su historia.

Por encargo de sus armadores, la Compagnie Generale Transatlántique, en los astilleros de Dunkerque, en 1918, se construyó el Paquebot francés "Jacques Cartier". Fue un barco gemelo del "Le Perouse", construido dos años antes. El barco, de casco de acero, con tres puentes, tenía 150,80 metros de eslora con un volumen de 14.264 m3 y un tonelaje bruto de 9.802,43 kilos. Fue matriculado en el puerto de Le Hàvre y puesto en funcionamiento en 1919. Era un Paquebot tipo mixto, es decir, estaba preparado para pasaje y carga; diseñado para llevar 97 pasajeros en cabinas de tres clases, con una tripulación de 67 personas, cuatro camas de hospital y embarcaciones de salvataje para 238 personas.

En 1930, la misma compañía propietaria rebautizó al "Jacques Cartier" con el nombre de "Winnipeg".

A comienzos de 1937, el paquebot cambió de dueños y de matricula. Pasó a formar parte de la flota naviera de la Sociedad Anónima “France Navigation”, formalizada en París el 15 de abril de 1937. La nueva compañía naviera, con sede social declarada en París (1 boulevard Haussmann), contó con un total de seis naves, entre ellas el "Winnipeg", que fue matriculado en Burdeos. Los estatutos de la nueva sociedad, publicados el 13 de mayo en el "Journal spécial des sociétés française par actions", contempla un capital declarado de 1 millón de francos, repartidos entre 9 personas.[1] Sin embargo, era de público conocimiento que el capital de “France Navigation” provenía en su mayor parte de las arcas del Partido Comunista francés. Algunos investigadores afirman que el capital de la compañía también contaba con fondos del Gobierno Republicano español en el exilio. Días después de constituida la compañía, las naves ya prestaban sus servicios a la República española.

A finales de marzo de 1939, en París, el gobierno republicano español en el exilio creó el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE), con la finalidad de prestar ayuda a los refugiados españoles en Francia para trasladarlos a otros países. Con este objeto, el organismo se encargó de reformar el vapor "Winnipeg".

El acondicionamiento del buque para el transporte de emigrantes se realizó entre los meses de junio y julio de 1939. Los trabajos se iniciaron en los astilleros de Le Hàvre y se terminaron en Pauillac. En sus bodegas se instalaron dos mil literas, en tres pisos, separadas en recintos para hombres y mujeres y niños. Se acondicionaron nuevas cocinas y se instalaron sanitarios adecuados para el número de pasajeros. La reforma del barco contemplaba dos nuevas enfermerías, un comedor para 500 personas que se usaría por turnos y embarcaciones de salvataje para 2.200 personas. También se ampliaron las instalaciones de ventilación, radio y megafonía.

Como sabemos, el "Winnipeg" zarpó de Pauillac el 4 de agosto de 1939, con más de 2.350 pasajeros, que, sumados a los casi 150 integrantes de la tripulación, médicos, enfermeras etc, sumaban unas 2.500 personas, entre ellas, Emile Sellon, delegado a bordo de la France-Navigation .

Durante el viaje a Chile, los pasajeros polemizaron entre ellos sobre diversos conflictos. Uno de ellos, causado por la firma del pacto Germano-Soviético. El más dramático y grave era la inminente declaración de guerra de Gran Bretaña y Francia a la Alemania nazi, las hostilidades de guerra submarina, que de hecho ya habían comenzado y a un nivel circunstancial la profunda molestia del Gobierno de Edouard Deladier por la existencia de la Compañía France-Navigation , creada con capital de los comunistas franceses.

Las maniobras del capitán

Aunque gran parte del capital de la compañía France Navegation pertenecía al Partido Comunista francés, no toda la tripulación del "Winnipeg" estaba integrada por comunistas. De hecho, la tripulación se dividía en dos bandos. Durante el viaje a Chile, con la inminente guerra y los peligros de posibles ataques submarinos, ambos bandos radicalizaron sus posturas. Unos pretendían regresar inmediatamente a Francia, sin culminar el viaje a Chile y otros querían cumplir su cometido y seguir camino a Valparaíso. Existen algunos testimonios que recogen esta silenciosa batalla, entre ellos el de Ovidio Oltra, uno de los refugiados republicanos que viajaban a bordo. Oltra señala que unos días antes de llegar a la Isla de Guadalupe, hablando con sus amigos comunistas, le decían que sabían, por miembros de la tripulación, que en el barco se libraba una guerra sorda entre el capitán y algunos oficiales, con el comisario de la compañía de navegación, el contramaestre y el matrimonio de doctores franceses que viajaban a bordo.

Le contaron a Oltra que sus camaradas franceses, durante la guerra civil española, habían navegado con este vapor por todos los mares que circundan Europa, desde el Ártico hasta el Mar Negro, transportando tanques, aviones, toda clase de armas, municiones y pertrechos de guerra, así como alimentos que importaba el Gobierno republicano, a pesar de los esfuerzos en contra del Comité de No Intervención. Le narraron también su participación en la evacuación de militares y civiles de la zona Centro-Levantina al finalizar la guerra. Alertados por estos amigos, -recuerda Oltra-, empecé a mirar las cosas que pasaban en el buque de otra manera y me di cuenta que lo que me habían manifestado era verdad, pues se veía un trato distinto para nosotros en cierta oficialidad y el resto de la tripulación, siempre activa y dispuesta a que no nos faltara nada que ellos pudieran proporcionarnos.[2]

Oltra recuerda también otros misteriosos acontecimientos. Como el ocurrido durante el cruce del Atlántico, el día que notaron que el barco estaba detenido y en cierta forma giraba sobre si mismo, porque el sol unas veces quedaba a babor y otras a estribor. Se dijo que era una avería, que reparaban en los motores de las máquinas. Al cabo de unas horas, el vapor reanudó su andar. Días después de dejar atrás el Canal, ocurrió otro hecho que llamó la atención a los que en la noche del Pacífico observaban las estrellas del hemisferio Sur. Parecía que el barco cambiaba de rumbo. Lo hicieron notar al contramaestre y poco después vieron que tomaban la primitiva dirección, decididamente hacia el Polo Sur. Según supimos después, -señala Ovidio Oltra-, fue el propio capitán el que había dado la orden de hacer tal desviación, que no supo explicar claramente cuando, ante la observación que se le hizo al timonel de turno; fue rectificado dicho rumbo.[3]

El primer incidente señalado por Oltra, el giro sobre sí mismo, podría tener alguna explicación. Víctor Pey, otro pasajero, recuerda que a bordo del barco murió un niño. El barco se detuvo para sepultarlo: No recuerdo dónde fue. Pero recuerdo que se hizo una especie de ritual de los barcos, dio tres vueltas al lugar donde se echó el ataúd.

Sin embargo, el segundo incidente señalado por Oltra en el rumbo del barco, el que no supo explicar Gabriel Pupín, capitán del Winnipeg, tiene relación con este desencuentro que se producía entre la tripulación y la oficialidad.

No sólo es Oltra quien se alertó al escuchar rumores respecto a la sorda guerra que se libraba a bordo. Muchos años después de los hechos, el también pasajero Floreal Nogués, se refirió al hecho. A los pocos días de navegación empezó a circular el rumor de que íbamos a dar media vuelta y regresar a Francia ante el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial. Aquello provocó varios conatos de amotinamiento que fueron diluyéndose a medida que el navío se aproximaba a las costas americanas.[4]

Hace ya algunos años, cuando aún no conocía su libro de memorias, Ovidio Oltra me narró extensamente el capítulo en cuestión. El relato, ágil y lúcido, me sorprendió. Señala que durante el viaje, un buen día se reunió el Comité político que representaba a los pasajeros y parte de la tripulación. Los tripulantes desvelaron las intenciones del capitán; quería volver el barco a Francia. Oltra, quien participaba como delegado de Izquierda Republicana, fue actor y testigo de la posterior reunión sostenida con Gabriel Pupin. El diálogo fue áspero y en duros términos. Después de declarar abiertamente sus intenciones, Pupin quiso aplicar la premisa de donde manda capitán, no manda marinero. Sin embargo, no eran los marineros los más afectados por la medida. El Comité de a Bordo no consintió su vuelta a Francia, donde a los refugiados les esperaba nuevamente los campos de concentración, con la amenaza de una repatriación a la España de Franco, donde se jugaban la vida.

La respuesta dada al capitán por los tripulantes y el Comité fue rotunda: -Usted se podría caer al mar y nosotros podemos llevar el barco a Valparaíso.

Al atracar en Arica, primer puerto chileno que tocaba el Winnipeg, -según el relato de Oltra-, el capitán desembarcó. Buscó un teléfono y se comunicó con el Consulado de Francia en Santiago. No lo había hecho por la radio del barco para, seguramente, mantener en secreto su informe. El oficial de radio, Couedon, era militante del Partido Comunista. Hasta ese momento, los cables de Pupin a París se limitaban al consabido TVB (Todo va bien).

El testimonio de Oltra respecto de las maniobras del capitán, lo encontré tiempo después confirmados en un libro publicado en Francia en 1979. Está escrito a dos voces, una de ellas es la de Gilles Hertzog, hijo de Paul Hertzog y de Marcelle Hertzog-Cachin, el matrimonio de médicos que viajaban con los españoles a bordo del "Winnipeg". Marcelle, a su vez, era hija de Marcel Cachin, senador y fundador del Partido Comunista francés.

Señalan los autores que antes de llegar a la costa peruana, el capitán había desarrollado una última maniobra para volver a Francia. Al caer la noche, el barco cambió de rumbo y se dirigió a las Islas Galápagos. Al amanecer, los marinos se dieron cuenta de la maniobra. ¿Será esa la maniobra que señala Oltra?, la que no supo explicar el capitán. Probablemente si, ya que el único rumbo que debía tomar el barco para enmendar su ruta era enfilar al Polo Sur.

El otro incidente narrado en el libro, coincidente con el testimonio de Ovidio Oltra, es la bajada del capitán en Arica, luego de no saber explicar su extraña maniobra. Salvando posibles errores de traducción, señala lo siguiente: El "Winnipeg" llegó a Arica y se quedó en la bahía. El capitán, en seguida hizo bajar su bote personal y abandonó el barco. Una vez en tierra, se dirigió a la Oficina de Correos, sin presentarse, como debía, en la Dirección Marítima del puerto, y pidió una comunicación urgente con Santiago.

-¿Qué número? -le preguntó la operadora.

- La Legación de Francia.

Alertando a la embajada de su país en Chile, El capitán Pupin reconocía en cierto modo sus intenciones de poner fin al viaje de forma anticipada.

Un Cónsul y un "motín"

Después del desembarco de pasajeros en Valparaíso, la nave tomó lugar en la bahía. La tripulación se entretenía con partidos de fútbol y alegres paseo por el puerto y sus alrededores. Sin embargo, les inquietaba la falta de información respecto de su regreso a Francia. Las ordenes desde París no llegaban. Al quinto día de su estada en Valparaíso aumentó la incertidumbre con la noticia comunicada por el capitán. La nave había sido requisada por la Marina Nacional francesa.

Tres días más tarde, el 10 de septiembre pudieron olvidar en algo su preocupación. La tripulación completa salió de excursión a Santiago. Habían sido invitados por los comunistas chilenos y diversas formaciones sindicales, a una actividad en honor de los republicanos españoles.

Emile Sellon, representante de la France-Navigation en el barco, y verdadero delegado de los comunistas a bordo, no perdió la oportunidad que le daba el viaje a la capital. En Santiago estaba la Embajada de Francia. En compañía de Philo Gaubert, Jefe de Enfermeros, se acercó a la Embajada para obtener información sobre una eventual repatriación a Francia de la tripulación del Winnipeg.

-Su barco será el primero en regresar a Francia, -le contestaron. -No se inquiete, todo el mundo volverá muy pronto.

Sin embargo, algunos días más tarde, Sellon tuvo verdaderos motivos para inquietarse. En un mensaje confidencial enviado al cónsul de Francia en Valparaíso, el capitán Gabriel Pupin declaraba sus intenciones: El 7 de septiembre le expuse a la tripulación la nueva situación de la nave, requisada por la Marina Nacional. Todos los marinos, e insisto sobre este punto, se encontraron, de hecho, bajo la jurisdicción militar de tiempos de guerra. Esto me ha parecido necesario a fin de que todo esté muy claro a bordo, en particular con las personas que tienden a meter la política en la vida marítima. Yo espero así que la tripulación asumirá las consecuencias de todo movimiento que podría entorpecer la marcha de las operaciones. En respuesta a esto, en el barco encontré las siguientes inscripciones: "Cuando el grado comienza, la humanidad se va". También hubo negativas y oficiales con reflexiones incorrectas, de buenas personas que corren el peligro de pagar caro el obedecer el dictado de sus dirigentes. Finalmente, pido como un favor especial, que no me obliguen a usar a las autoridades militares para poner orden en el Winnipeg.[5]

El cónsul de Francia en Valparaíso retransmitía estas "reflexiones" a sus superiores en Chile y en Francia, aunque sus mensajes eran generosamente ampliados en la conducta de los marineros: El capitán me dio parte de una cierta intranquilidad que, después de firmado el pacto Germano-Soviético, reinaba sobre su tripulación. Los hombres están proclives a encontrar lógicas las explicaciones dadas por Moscú. También me dio parte de ciertas inquietudes que tenía, a consecuencia de las insólitas actividades soviéticas a bordo, organizadas por el comisario político Sellon. Atraía especialmente mi atención en el hecho de que los comunistas de a bordo estaban teniendo contacto con organizaciones chilenas de la misma tendencia. De numerosas reuniones que se efectuaban entre ellos, provocando reacciones inmediatas: negligencia en el servicio; disminución y desaparición del respeto de los hombres con sus oficiales. Después de la entrada de Rusia en Polonia, algunos, entre el personal no marino, parecían sufrir un desdoblamiento de personalidad; si, por las circunstancias, ellos se sienten franceses, pero piensan como comunistas...[6]

También insinuaba el cónsul en su mensaje, que los marinos franceses no deseaban regresar a su país para no verse en la obligación de luchar contra los alemanes, aliados de la Unión Soviética según el pacto firmado. La intención, en el fondo, era la de desalojar del "Winnipeg" a los marineros que fueran o se sintieran comunistas.

La propiedad del "Winnipeg", durante su viaje a Valparaíso, estaba en litigio en los tribunales franceses. De ahí viene la dualidad respecto a sus dueños, señalados en diferentes testimonios y en varios ensayos. Unos lo señalan como propiedad de la Compagnie France Navigation y otros como perteneciente a la Compagnie Generale Transatlántique.

Esta batalla venía de mucho antes que el barco zarpara de Pauillac. Hacía ya casi un año que las autoridades superiores de la Marina Mercante francesa habían iniciado un proceso judicial contra la France-Navigation. Era una acusación netamente política. Según las autoridades marítimas, dicha compañía había sido creada por la III Internacional y funcionaba bajo el control del Gobierno de la Unión Soviética. Este hecho, para ellos, constituía una grave amenaza contra la seguridad de Francia. Más aún después de la firma del Pacto Germano-Soviético.

El tribunal falló en favor del Estado francés y los barcos de la France-Navigation pasaron a integrar la flota de la Compagnie Generale Transatlántique. Entre ellos el "Winnipeg" que volvía así a su antiguo dueño.

Pero esto no era lo que se decía en Chile. Tampoco a la tripulación del vapor. La información dada por el capitán de "Winnipeg" era que la nave estaba requisada por la Marina Nacional , y la tripulación se encontraba bajo la jurisdicción militar de tiempos de guerra.

Un medio de prensa en Chile denunció el hecho. Señala que Charles Jauffret Romeo, vice cónsul de Francia en Santiago, se había puesto en estrecho contacto con la Agencia A.J. Broom, representantes en Chile de la "Compagnie Genéralé Transatlantique".

El señor Romeo inició una serie constante de visitas al Winnipeg. Las conferencias en el camarote del capitán del barco se sucedieron unas a otras, rodeadas de impenetrable misterio. Los agentes de la Genéralé Transatlantique en Valparaíso, iban y venían como habitualmente, pero tenían una sonrisa de satisfacción en los labios y colmaban a señor Romeo de atenciones.
Un día el Vicecónsul de Francia, Charles Romeo, ordenó que parte de la tripulación quedase en tierra, y que el barco zarpase solamente con la mitad del personal. Alegaba para esto que el barco -por orden del Gobierno Francés- era transformado de buque de pasajeros en transporte de carga y que, por consiguiente, no tenía necesidad de ir tripulado por todos los que formaban hasta entonces parte de su equipaje.

El señor Romeo escogió personalmente a los hombres que debían tripular el Winnipeg, seleccionó a los que debían quedar en Valparaíso para marchar posteriormente a Francia como pasajeros de otro vapor.

Los hombres del Winnipeg aceptaron, aunque no muy complacidos, las disposiciones del Vicecónsul Romeo. La provocación de este caballero había fallado; el desembarco de parte de la tripulación que debía quedar en Valparaíso se hizo sin incidente alguno. Los demás permanecieron en sus puestos a bordo.

La operación fracasaba. El señor Romeo se encargó de salvarla. Fue a pernoctar en el Winnipeg, y durante toda la noche hizo lo posible por provocar altercados y entredichos con la tripulación. Con la pistola en el bolsillo y la mano metida dentro, recorría los compartimentos insultando con procaz lenguaje a los tripulantes. A cada hora daba los más fantásticos itinerarios y consiguió lo que deseaba: la protesta del personal del barco.

Inmediatamente bajó a tierra y pidió el "auxilio de las fuerzas armadas". Lanzó toda clase de acusaciones calumniosas y así fabricó un fantástico e inexistente "Motín a bordo". La prensa derechista " La Unión ", "El Mercurio", "El Diario Ilustrado", se encargaron del resto.

Apresada por algunas horas la tripulación, tanto la que se hallaba en el barco como la que estaba en tierra, descansando en su hotel, el Winnipeg fue declarado, por don Charles Romeo, presa apta para el abordaje. En pocas horas pasaba a ser propiedad de la Compagnie Genéralé Transatlantique. Muy poco tiempo después, en Francia, el Ministro de Marina decretaba la disolución de la France Navigation , y la entrega de todos los barcos a la Genéralé Transatlantique , sin pagar indemnización alguna.[7]

Seis meses antes, la noticia, mirada desde un ángulo totalmente opuesto y con algunos errores en los nombres y parentescos de los citados, ya había llegado a Francia.

El comienzo del viaje se efectuó normalmente, más, en pleno Océano se produjo una rebelión por los miembros de la tripulación, del Partido Comunista, quienes se negaron a navegar bajo las ordenes del comandante Pupin.

La maniobra, al parecer, estuvo dirigida por el doctor Herzog, hijo del senador comunista Marcel Cachin y por la señora Herzog, también a bordo del Winnipeg en calidad de enfermera.

La nave logró llegar a Valparaíso, pero allí el movimiento de rebelión tomo proporciones inquietantes. Los amotinados declararon que no navegarían mas bajo las ordenes del comandante Pupin porque las ideas políticas de su jefe no concuerdan con las suyas. En consecuencia con esta decisión demandan pura y simplemente el desembarco del comandante.
Ante este lamentable incidente, el Cónsul de Francia en Valparaíso intentó en vano razonar con los rebeldes. Les incitó a la calma, les dijo que al parecer, los tripulantes del Winnipeg aún ignoraban que Francia estaba en guerra con Alemania.

A pesar de ello los amotinados no tomaron en cuenta ninguno de los consejos del Cónsul. Agrupados delante del Winnipeg, levantando el puño, cantaron la Internacional , la Carmagnole y otras canciones.

Esta falta es infinitamente reprobable, especialmente porque se desarrollaron al lado de tres vapores alemanes amarrados en el mismo puerto de Valparaíso.

Y las autoridades chilenas tuvieron que intervenir.

Los amotinados, entonces, se dividieron en dos grupos, unos aceptaron volver a bordo, los otros -aproximadamente cincuenta- mantuvieron sus exigencias.

Estos últimos fueron encarcelados en espera de su repatriación.[8]

Consejo de Guerra
Encontramos un testimonio que nos narra detalladamente la vuelta del "Winnipeg" a Francia. Con él podemos complementar la historia de su regreso y del de los tripulantes. Se trata de un artículo escrito por el capitán Reinaldo Muñoz, quien comandaba la dotación de la Marina de Chile que reemplazó a parte de la tripulación del "Winnipeg". El capitán Muñoz da una particular versión sobre el conflicto creado a bordo y sobre la compañía armadora del barco.

Cuando el Winnipeg se encontraba navegando en demanda de Valparaíso, sobrevino la declaración de guerra de parte de Inglaterra en contra de Alemania, debido a la invasión de Polonia el 1º de septiembre de 1939. Casi inmediatamente después de comenzar las hostilidades de guerra submarina, la tripulación de la nave se dividió en dos bandos. Unos querían regresar a Francia tan pronto como fuera posible y los otro deseaban cumplir el contrato y seguir en el barco.

Finalmente y después del arribo a Valparaíso, hubo incidentes entre ambos bandos, lo que obligó, a petición de sus armadores Cie. Generale Transatlantique, sus agentes en Chile Agencia A.J. Broom la intervención de la Armada de Chile. Debido a esta actuación, se desembarcaron 70 tripulantes de cubierta y maquina franceses, que fueron enviados a su patria en el "Aconcagua", CSAV. vía Amberes. Estos fueron reemplazados por igual número de dotación chilena, bajo el mando del capitán Reinaldo Muñoz Díaz.

La comisión se cumplió sin mayores novedades. La tripulación chilena cumplió su cometido eficientemente a entera satisfacción del comandante Poupín, a cargo de la nave.

El Winnipeg zarpó de Valparaíso a principios de septiembre de 1939, (sic) efectuando su itinerario de carguío en los puertos de Lirquén, Talcahuano, Lebu, Antofagasta, Arica, Callao, Supe y Puna.

En todos estos puertos, el barco recibió carga general como trigo ensacado, lentejas ensacadas, madera elaborada, salitre ensacado, azúcar ensacada y madera de balsa en DK.
Al recalar a Balboa y siguiendo instrucciones de las autoridades del Canal de Panamá, el capitán, oficiales y tripulación franceses pernoctaron en la isla Taboga. Una vez que el buque hubo cruzado las esclusas, fueron conducidos a Colón, desde donde iniciaron viaje de regreso a Francia, vía aérea (N. York).

En Cristóbal el Winnipeg prosiguió su viaje de retorno a Europa, vía Liverpool. Esta vez el barco era mandado por el 3ª comandante del "Normandie" y dotación correspondiente de este buque. Éste permanecía en el muelle de Broocklyn (N. York) después de haber sido saboteado en días anteriores.[9]

La llegada a Francia de parte de la tripulación del "Winnipeg" no significó el termino de sus problemas. En Burdeos se encontraron con un Consejo de Guerra. La acusación contra ellos era la de "amotinados". El doctor Hertzog y su esposa fueron acusados de encabezar la rebelión. Refiriéndose a la tripulación del "Winnipeg", Le Havre-Eclair señala:

Ellos acaban de llegar a Francia a bordo de un Paquebot francés. Nada más llegar fueron puestos a disposición de M. Ubalt, Juez de Instrucción.

Cabe destacar que el Dr. Herzog, al parecer también enfermo, y su esposa, se quedaron en Valparaíso, mientras que el Winnipeg, con una tripulación de emergencia, continuó su ruta.
Tan pronto como esté de vuelta en Francia, el Comandante Pupin será convocado por el Juez. También serán escuchados, cuando estén en territorio francés, el Dr. Herzog, quien, repetimos, sería el instigador de la revuelta, y su esposa.

Añadir a todo esto que el comandante del Winnipeg y otros tripulantes, para evitar incidentes, fueron acogidos más tarde por M. Belvaire, comandante adjunto del "Normandie".

Después de la liquidación de la France-Navigation , es cierto, en efecto, que el Winnipeg retomará su lugar entre las unidades de la flota de la Compagnie Générale Transatlantique.[10]

Quizá la trama para encarcelarlos era demasiado burda. Es posible que la situación francesa, en tiempos de guerra, no estuviera como para tener mucha gente joven y capacitada en las cárceles. El caso es que a los "amotinados" no pudieron encontrarles muchas culpas. Pronto fueron puestos en libertad. Así lo señalaba la revista Qué Hubo en el mes de mayo de 1940: La absolución ha epilogado este juicio. Los tripulantes del Winnipeg están libres; pero la Compagnie Genéralé Transatlantique se ha quedado con los barcos.[11]

¿Qué fue del "Winnipeg"?

Casi un año después de la denuncia de la revista Qué hubo, el "Winnipeg" navegaba desde Casablanca a las Islas Guadalupe. Llevaba unas 750 personas a bordo y su bandera, naturalmente, era francesa. Sin embargo, esta vez esa bandera no representaba a la Francia de siempre. Ahora era la Francia de Vichy, gobernada por el colaboracionista Mariscal Petain.

La tarde del 26 de mayo de 1941, en plena Guerra Mundia, el "Winnipeg" fue capturado por el destructor holandés HNMS Van Kinsberger y llevado al día siguiente a Puerto España, en la Isla de Trinidad. El buque fue integrado a la flota aliada, bajo el mando del Ministerio de Guerra Británico. Fue matriculado en Liverpool y rebautizado como "Winnipeg II". Ahora su dueño era la Compañía Canadian Pacific.

Con bandera inglesa, el "Winnipeg II" formó parte de los convoyes que servían de transporte al Ejército Aliado. En muchas de estas caravanas, lideraba la formación debido a su tamaño y a sus cuatro palos.

La mañana del 15 de octubre de 1942, desde el puerto de Liverpool, zarpó el convoy DE139. Se dirigía al puerto de Saint Johns - New Brunswick, Canadá. En primer lugar, detrás de los destructores, navegaba el "Winnipeg II", bajo el mando del capitán Oswald Franklin Pennington. El barco llevaba a bordo 68 pasajeros, diez artilleros y 113 tripulantes. La noche del 22 de octubre, el convoy fue atacado por submarinos alemanes. Entre ellos el U443, al mando del capitán Konstantin von Puttkamer.

Exactamente a las 21,48 horas, el U443 disparó dos torpedos que dieron en el casco del "Winnipeg II", hiriéndolo de muerte. Sin embargo, el noble barco de nombre alado, no se sumergió inmediatamente en las frías aguas del Atlántico Norte. Esperó a que los 192 ocupantes estuvieran a salvo. Luego ocupó su lugar en el fondo del mar. Su posición: 49,51N, 27,58W.[12]

A los sobrevivientes del "Winnipeg II" los recogió el HMCS Morden, quien, tres días después, los dejó en el puerto de Saint Johns

Casi dos meses después, el submarino alemán U443 hundió otro barco. Esta vez al destructor inglés HMS Blean. El 23 de febrero de 1943, el U443 pagó cara sus acciones. Fue hundido por cargas de profundidad de los destructores ingleses HMS Bicester, HMS Lamerton y HMS Wheatland.



[1]Dominique Grisoni et Gilles Hertzog. Les Brigades de la Mer. París, Francia, 1979

[2]Ovidio Oltra. Recuerdos insistentes. Inédito

[3]Ibíd.

[4]Sergio Tarín.

[5]Dominique Grisoni et Gilles Hertzog.

[6]Ibíd.

[7]El proceso de Burdeos y el motín a bordo del Winnipeg. Revista Qué Hubo N° 41, Santiago, 30 de mayo de 1940. p.21

[8]La liquidation de France Navigation. L. Sevestre. Le Havre-Eclair du 28 novembre 1939. (Citado en: Les Brigades de la Mer , ob. cit)

[9]Vapor francés Winnipeg en viaje desde Valparaíso a Cristóbal al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Capitán Reinaldo Muñoz Díaz. Revista Mar Nº 180-1994.


[10]La liquidation de France... cit.

[11]El proceso de Burdeos... cit.

[12]José Carlos Violat Bordonau. U-Historia 2007. (www.u-historia.com)


* Artículo publicado en la revista "Cuadernos Hispanoamericanos”, Nº 711, Madrid, septiembre 2009.

El Clarín

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